La
música cumple una función muy significativa en la emisión, le imprime clima y
carácter. Comenta, habla, sugiera, describe, suscita imágenes auditivas.
Con
anticipación, el director se debe reunir con el musicalizador para ponerse de
acuerdo acerca de cada una de las cortinas y fondos musicales que se van a
necesitar, la función expresiva que se debe llenar, el estilo de música que más
se adopta a la obra.
Lo
que se debe evitar:
- Melodías muy conocidas: los oyentes se distraen al reconocerla y su atención se desvía del programa. Además, el oyente lo asociará con otra situación y no con la historia que se desea comunicar. Se producirá ruido en la recepción.
- Música cantada: genera interferencia, porque atrae la atención del oyente sobre la letra de la canción.
- Música bailable: no se integra a la acción del libreto, sino que rompe la atmósfera y distrae.
- “Música melódica”: se debe erradicar totalmente de los programas, máximo si se pretende hacer programas con sentido cultural nacional.
- La música sinfónica del siglo XIX: dará una sensación de grandiosidad y exaltación dramática que rara vez estará de acuerdo con el carácter más bien íntimo, sencillo, sobrio, que se quiere imprimir en las emisiones.
- Todo disco que tenga ruido a aguja: toda la atmósfera que una cortina musical puede dar, se echa a perder si el disco está gastado y sale con ruido. Produce un anticlímax, saca totalmente de situación al oyente.
En
cambio, se puede obtener buenas cortinas musicales de:
- Música instrumental de cámara: pequeñas orquestas de cuerdas, cuartetos, instrumentos solistas.
- Música de concierto de autores del siglo XX.
- Bandas sonoras de películas grabadas en disco.
- Música popular de nuestro propio país o de nuestra región geográfica.
- La música popular en general aunque no sea la de nuestro propio país, ofrece al menos temas más sencillos y conectados con el pueblo: utiliza instrumentos más apropiados para el carácter del programa.
Un
requisito básico del buen armado musical es la unidad. Se debe evitar que la emisión se convierta en un mosaico de
temas musicales incoherentes. En lo posible, toda la música de la emisión debe
ser tomada de una misma obra musical.
El musicalizador no debe comenzar, pues, entresacando cortinas de muchas obras diferentes, sino buscando la obra o la pieza en la que se basará para todo su armado musical. Si no se encuentra una obra tan plástica que se adapte a todas las situaciones del guion, recurra a dos obras, pero que sean del mismo compositor. O que sean del mismo estilo y la misma época; que estén grabadas en los mismos instrumentos; o que provengan de la misma región; que correspondan en fin, por así decirlo, a un mismo “código sonoro”.
El musicalizador no debe comenzar, pues, entresacando cortinas de muchas obras diferentes, sino buscando la obra o la pieza en la que se basará para todo su armado musical. Si no se encuentra una obra tan plástica que se adapte a todas las situaciones del guion, recurra a dos obras, pero que sean del mismo compositor. O que sean del mismo estilo y la misma época; que estén grabadas en los mismos instrumentos; o que provengan de la misma región; que correspondan en fin, por así decirlo, a un mismo “código sonoro”.
Ahora,
la música de fondo debe ser llana,
sin fortissimi, pareja, lineal. Más
difícil es encontrar un fondo que culmine y que pueda subir como cortina. Se
requiere que dure lo necesario y que justo en el momento indicado por el guion
haya una culminación, un remate melódico.
Una
vez hecha la selección musical, el técnico compagina los diferentes fragmentos
de disco que van a utilizar, en un único rollo de cinta. Evita asimismo el
excesivo desgaste de los discos. A este carrete que se compagina el material
musical, se le llama, en la jerga profesional, la torta. Normas para prepararlo:
- Todos los pasajes musicales deben ser grabados en el orden en que figuran en el guion.
- Aunque una misma cortina figure repetida varias veces a lo largo de la emisión, se la graba en los lugares respectivos tantas veces como vaya a ser empleada. Así, nunca hay necesidad de retroceder la cinta.
- Tanto las cortinas como los fondos, se graban a alto volumen. Después ya en la producción, se regulará la intensidad.
- De cada cortina o fondo, siempre se graban unos compases o unos segundos más que los que se propone realmente utilizar.
- Aunque, normalmente, la grabación de programas hablados se hace con el grabador en la velocidad de 71/2, se aconseja grabar la torta a velocidad de 15.
- Algunos técnicos incluyen también en la torta los efectos de sonido que se han de necesitar. Tenerlos ya preparados y pregrabados, hace ganar mucho tiempo en el momento de la producción; y asegura que saldrán con total precisión y limpieza.
- En los programas de reportajes, se incluyen también en la torta, además de las cortinas musicales y los efectos de sonido que puedan requerirse, las distintas entrevistas editadas.
- Es imprescindible que cada cortina o efecto incluido en la misma torta pueda ser identificado fácilmente, de modo que no haya peligro de errores y confusiones en el momento de operar la cinta.
Finalmente,
es necesario recalcar que antes de iniciar un programa, se procede a grabar la apertura y cierre del mismo; es decir,
la presentación permanente que irá al comienzo de todas las emisiones y la
despedida, también permanente, que las cerrará.
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