La ansiedad
La
ansiedad es una parte de la existencia humana, todas las personas sienten un
grado moderado de la misma, siendo ésta una respuesta adaptativa. La ansiedad
sigue siendo un tema de gran importancia para la Psicología; su incorporación
es tardía, siendo tratado sólo desde 1920, abordándose desde distintas
perspectivas. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término
ansiedad proviene del latín anxietas,
refiriendo un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo, y suponiendo
una de las sensaciones más frecuentes del ser humano, siendo ésta una emoción
complicada y desagradable. En general, el término ansiedad alude a la
combinación de distintas manifestaciones físicas y mentales que no son
atribuibles a peligros reales, sino que se manifiestan ya sea en forma de
crisis o bien como un estado persistente y difuso, pudiendo llegar al pánico. Si
bien la ansiedad se destaca por su cercanía al miedo, se diferencia de éste en
que, mientras el miedo es una perturbación cuya presencia se manifiesta ante
estímulos presentes, la ansiedad se relaciona con la anticipación de peligros
futuros, indefinibles e imprevisibles. Sin embargo, si la ansiedad supera la
normalidad en cuanto a los parámetros de intensidad, frecuencia o duración, o
bien se relaciona con estímulos no amenazantes para el organismo, provoca manifestaciones
patológicas en el individuo, tanto a nivel emocional como funcional.
Se da
una mayor tasa de ansiedad en niveles socioeconómicos bajos. La incidencia de
los trastornos de ansiedad es más elevada en la adolescencia y la juventud que
en la madurez. Las patologías más usuales encuentran su tasa más elevada entre
los 20 y los 30 años. También Miguel-Tobal, en 1996, nos advierte que se
calcula que entre 13% y 15% de la población padecerá algún trastorno de
ansiedad a lo largo de su vida. En este sentido, la Organización Mundial de la
Salud estima que una cuarta parte de la población que acude a consulta
solicitando asistencia médica presenta una sintomatología típicamente ansiosa.
Angustia
La angustia
es la emoción más universalmente experimentada por el ser humano, tiene un
efecto de inmovilización y conduce al sobrecogimiento en innumerables
ocasiones; se define como una emoción compleja, difusa y desagradable que
conlleva serias repercusiones psíquicas y orgánicas en el sujeto; la angustia
es visceral, obstructiva y aparece cuando un individuo se siente amenazado por
algo. Es un sentimiento vinculado a situaciones de desesperación, donde la
característica principal es la pérdida de la capacidad de actuar voluntaria y
libremente por parte del sujeto, es decir, la capacidad de dirigir sus actos.
En ella participan factores biológicos, psicológicos, sociales y existenciales,
por lo que conlleva inevitablemente un abordaje integral desde todos los campos
mencionados.
En
resumen, la angustia se conceptualiza como una emoción compleja, difusa y
displacentera, presentando una serie de síntomas físicos que inmovilizan al
individuo, limitando su capacidad de reacción y su voluntariedad de actuación;
para que ocurra ésta, es necesaria la interacción entre distintos factores de
tipo biológico, psicológico y social.
Estrés
El
estrés supone un hecho habitual de la vida del ser humano, ya que cualquier
individuo, con mayor o menor frecuencia, lo ha experimentado en algún momento
de su existencia. El más mínimo cambio al que se expone una persona es
susceptible de provocárselo. Tener estrés es estar sometido a una gran presión,
sentirse frustrado, aburrido, encontrarse en situaciones en las que no es fácil
el control de las mismas. Se trata de un proceso adaptativo y de emergencia,
siendo imprescindible para la supervivencia de la persona; éste no se considera
una emoción en sí mismo, sino que es el agente generador de las emociones.
Para
unos es sinónimo de sobresalto, para otros hace referencia a malestar y, para
la mayoría, un generador de tensión para el sujeto. No obstante, en todos estos
casos, el estrés es entendido como algo negativo, perjudicial o nocivo para el
ser humano, ya que produce dolores de cabeza, indigestión, resfriados
frecuentes, dolor de cuello y espalda e infelicidad en las relaciones
personales más cercanas; además, el estrés puede incapacitar al individuo en el
ámbito laboral, provocar crisis nerviosas recurrentes, depresión, ansiedad o
incluso dar lugar a la muerte por un ataque al corazón. En cambio, otras
personas lo perciben como algo positivo para sus vidas, describiéndolo como una
experiencia placentera, divertida y estimulante, sintiéndose más capaces de
hacer frente a las demandas del entorno de forma libre, exponiéndose a
situaciones de riesgo con la confianza de superarlas con éxito.
Los
conceptos de ansiedad, angustia y estrés han sido confundidos a lo largo de la
historia, pero el objetivo del presente artículo es conocer el significado de
cada uno y aprender las diferencias que presentan.
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